Nuestra historia se rige por el recuerdo de los símbolos. No es casual que las grandes figuras hayan apelado a la inmortalidad de sus efigies a través de la piedra y la madera. De emperadores, reinas, demiurgos, y hasta la mismísima Muerte, nuestro bestiario proyecta la sombra de un momento inexacto en la línea del tiempo. Un momento preservado en la esencia de la madera, donde lo sagrado y lo pagano danzan en las vetas del pino que, por acción de nuestras manos, ha conseguido por fin transmutarse en memoria. Adéntrate en el abanico de figuras que, silentes en el aura de santuario que las alberga, aguardan a que alguien, quizás tú, las signifiques de nuevo.